Navidad.

Publicado en El día de Zamora el 20 de diciembre.

Les cuento. Aquellos que me leen de manera habitual ya sabrán de mi odio por la Navidad. De mi odio por toda la sociedad y por sus celebraciones, las que requieren el esfuerzo de tener que salir a la calle, y en el caso particular que nos ocupa, acompañados de esos seres a los que llamamos familia y que por lo general suelen ser personas molestas a las que tratamos de evitar a lo largo de todo el año, pero que llegadas “estas fechas tan entrañables” rescatamos de nuestros respectivos armarios para entregarnos a una orgía de celebración y amor, cuando en realidad lo que hacemos es comer hasta hartarnos y beber cual bacanal porque si no a ver quien coño soporta eso de la familia. Y vale que a la familia no nos queda otra que aguantarla porque es de nuestra propia sangre, que maldita la gracia que le hará a nuestro monarca leerlo, pero majestad, esto es así. Ahora, no se preocupe, hable con sus hijos, que a través del clásico método de “ensayo y error” alguna vez acertarán. No nos desviemos, la familia está ahí y hay que apechugar con ella. Pero… ¿y esas locas exaltaciones de alegría con los ajenos? A los ajenos de manera común los llamamos amigos. Define nuestra Real Academia de la Lengua tal palabro así: Que tiene amistad. U.t.c.s. como tratamiento afectuoso, aunque no haya verdadera amistad. Eso de u.t.c.s. quiere decir “úsese también como sustantivo”. De semejante definición inferimos que la propia R.A.E. nos permite ser hipócritas y cínicos, pero, y aquí está lo importante, nos permite serlo TODO-EL-AÑO, y no solo en Navidad. Vaya descubrimiento eh. Semejante institución cultural, junto con sus veintiuna sucursales en países de habla hispana, les autorizan para cruzarse con alguien por la calle, saludarlo efusivamente, y nada más despedirse, ponerlo como un trapo. E insisto, esto tanto en diciembre como en marzo. Qué maravilla de sociedad utópica acabamos de alumbrar. Confraternicemos, seamos amigos, hagamos como que nos queremos, pero por detrás exterioricemos nuestro verdadero modo de opinar. No hagan como yo, que digo lo que se me pone ahí cuando quiero y a quien quiero. Sean ustedes cínicos e hipócritas, vamos, sociables. Sociables… otro ejercicio de hipocresía de nuestra Real Academia. 

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1 comentario:

  1. Primo, pensarás lo que quieras sobre estas fiestas, pero creo hablar como portavoz de mi casa, a nosotros nos encantaba ir en estas fiestas a Zamora a pasar las navidades con vosotros, porque os veíamos, porque comíamos juntos y todo hay que decirlo, no comíamos nada mal, porque salíamos, porque no parábamos, por la fiesta de fin de año...Todo era bueno, todo era positivo, incluso un año me pegué del tirón 1700km por pasar aquella noche de fin de año, aquella noche que sabíamos por unas cosas o por otras, que volvería a ser irrepetible, sobre todo por personas que desgraciadamente ya no están...Puedes decir lo que quieras a día de hoy, pero tu también disfrutabas, quizás no eras el que más, quizás si había algo de tirria a estas fiestas, pero tu también disfrutaste...no lo olvides nunca...

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