Allá
por estas fechas, en el año 1999, el mundo se preparaba para la llegada del
nuevo siglo, que en realidad empezó en el 2001, y para el llamado “efecto 2000”,
el cual nos auguraba El Fin de los Días, así, sí, con mayúsculas. Todo
empezaría con un apagón. Las centrales eléctricas dejarían de suministrar energía,
los bancos perderían los datos y saldos de sus clientes, lo que provocaría que las
cuentas corrientes se vieran reducidas a cero, los equipos informáticos
dejarían de funcionar, los transportes quedarían inutilizados, los servicios de
emergencia se colapsarían, los teléfonos no responderían, y de ahí, el caos, el
pillaje, el saqueo, la anarquía y el fin de la sociedad tal y como lo
conocíamos hasta ese momento.
En aquel diciembre de 1999 el
vicepresidente del Gobierno, D. Francisco Álvarez Cascos, no paraba de emitir
mensajes de tranquilidad a la población, porque no había nada que temer. Pero
no, el maldito “efecto 2000” llegó tarde, debía ser español, y empezó a
arrearnos en el año 2008 cuando todos pensábamos que aquello de diciembre de
1999 había sido cosa de agoreros. Apareció en
forma de recesión en todo el mundo, y en forma de debacle crediticia,
hipotecaria y de confianza en los mercados. Así llevamos cinco años y ya ven, lo que nos
vaticinaron, al final sucedió. Vale que no del todo, que los teléfonos y los
equipos informáticos siguen funcionando, pero las centrales eléctricas parece
ser que dejarán de suministrar su preciada energía. No porque un fallo las haya
liquidado, no, sino por falta de pago, que como consecuencia de ese efecto
2000, los saldos de nuestras cuentas corrientes han quedado reducidos a cero, y
eso en el mejor de los casos, que para la mayoría hay unos números bien gordos,
pero para nuestra desgracia, rojos. Ahora miro
de soslayo a 2014, con todas sus hojas por estrenar, tan virginal que me da
miedo. Miedo por desconfianza personal eh, que a mí todo lo que aparece tan
bien vestido y pulcro me provoca recelo, como si tratara de ocultarme algo.
Algo malo, se entiende. 2014 es para los chinos el año del caballo. Será para
que lo crucemos al trote en búsqueda de tiempos más favorables.
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es obligatorio.
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