Ya
ven, a la tontería hemos pasado el ecuador del mes de mayo y ahí siguen todos
aquellos excesos navideños atrapados en nuestros cuerpos, que como se
instalaron con el regocijo del turrón, los polvorones y las comidas y cenas
pantagruélicas, nos da pena deshacernos de ellos, que les hemos cogido cariño.
Y pasó enero, febrero, marzo, y como no paraba de llover y el frío continuaba,
no éramos muy conscientes del tamaño del estropicio, hasta que ahora que parece
que el sol asoma y de repente empezamos si no a enseñar sí a insinuar, lo que se
nos intuye es un atisbo de lorza que asoma ahí como quien no quiere la cosa.
Pues todo esto que les cuento, hasta hace nada no era problema en Sudán. Por siglos, las carnosidades en la figura
femenina habían sido lo más por esos lares y a las mujeres se las animaba a ser
rellenitas. Pero ahora la gordura se ha convertido en algo no deseado, y las
sudanesas quieren ser como las mujeres del resto del mundo. Hasta los años 30
del pasado siglo, los padres sudaneses casaban a sus hijas a la edad de 11 o 12
años, cuando todavía no se habían desarrollado. Para hacerlas parecer mayores
el truco era hacerlas engordar, con el siguiente y curioso método. Al
formalizarse el compromiso matrimonial, la familia de la novia abría un agujero
en el centro de una cama. La novia tenía que sentarse ahí mientras,
literalmente, se la cebaba, y sólo cuando conseguía llenar ese hueco, se la
consideraba lista para la boda. Junto a la tradición cultural, también existía
un notable incentivo económico: cuanto más gorda fuera la novia, mayor pago en
oro percibía la familia por ella. Pero todo esto ha cambiado y ahora las mujeres
sudanesas desean adquirir la fisonomía de Beyoncé o Rihanna. Por ello, si
ustedes son emprendedores y son partidarios de la movilidad exterior al modo de
nuestra ministra Fátima Báñez, no tengan duda, el negocio es montar un gimnasio
en Sudán y enfocarlo sólo en adelgazar sudanesas. Ahora bien, no se pongan
radicales con el ejercicio que las obliguen a hacer, porque allí las quieren
delgadas de cintura para arriba, pero con las piernas macizas, para lo cual las
féminas recurren a las inyecciones de insulina o cortisona que se compran en el
mercado negro. Ya ven, las sudanesas presas del estilismo occidental, mientras
sus hombres, como los de aquí, luciendo barriga y encantados de ello.
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