Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 1 de noviembre de 2024.
En la R.A.E. hay ocho acepciones
diferentes para el término “memoria”, si bien la primera va a ser con la que
nos quedemos, y en esta se nos dice que la memoria es la
facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado.
Por desarrollar un poco el concepto, la memoria nos permite guardar en nuestro interior experiencias tales como
sentimientos, sucesos, imágenes o ideas. En definitiva, cualquier elemento que
pertenece a nuestro pasado. Deducimos de todo esto que la memoria resulta
esencial en nuestro aprendizaje, dado que gracias a ella nos adaptamos mejor a
nuestro entorno y a sus necesidades. Ahora bien, ¿es la memoria un mero
almacén, un depósito de “objetos” que con el paso del tiempo se degradan,
desvirtúan o resulta difícil de acceder? Pues podríamos afirmar que no sólo es
eso, dado que aunque, en efecto, en ella almacenemos información, tal
información se combina y se relaciona con el entorno añadiendo más datos sobre
el contexto, lo cual también hace que esa estricta información a veces se vea
alterada, por lo que al rememorar no sólo recuperamos situaciones del pasado,
sino que se generan representaciones de ese pasado, formas nuevas, creencias
sobre el pasado. Entonces, si al
recordar generamos nuevas representaciones y creencias sobre el pasado, ¿es la
memoria fiable? Pues parece ser que no, dado que la información no la
almacenamos tal y como la vivimos, sino que la pasamos por una especie de
“filtro emocional”, con lo que el evento queda distorsionado incluso en el
mismo momento en el que lo estamos viviendo y si encima tal elemento luego lo
interconectamos con otros elementos similares es como si lo estuviéramos
reescribiendo, con lo que una misma situación vivida en grupo puede ser
recordada de maneras diferentes por todos los que participaron de la misma. Por
tanto, si cada vez que recordamos algo lo que está haciendo el cerebro es
reconstruir lo que pasó, añadiéndole diferentes emociones, el suceso está
siendo editado y modelado una y otra vez, luego no parece conveniente fiarnos
de nuestra memoria como si fuera el notario de nuestra vida. Así que vayan
dejando a la memoria de lado y cedan el paso a un elemento muy conectado a ella como es el olvido. Olvídense de todo o
de casi todo, o reinterpreten su vida a su conveniencia y no hagan esfuerzos
por rememorar las cosas tal y como fueron, lo cual ya hemos visto que es
imposible, sino que háganlo con todos los aderezos que les parezcan
convenientes. Dicho queda, acuérdense de esto.
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