Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 28 de mayo de 2021.
No tengo muy claro qué ven ustedes
cuando se asoman a las ventanas de sus casas, aunque dado lo local de este
periódico, supongo que las tierras planas de nuestro casi olvidado y vaciado
Reino de León junto a su escasez de gama cromática. Pero lo relevante de hoy no es
tanto lo que ven sino cómo lo ven, cómo sienten lo que ven. Así, desde mi
militante miopía mezclada con ciertos tintes de astigmatismo, suelo verlo todo
borroso y un poco alargado. Esto hace que perciba la realidad que me rodea como
si de una acuarela se tratase, sin unos límites definidos entre las formas y
los colores. El difuminado de los
contornos que provoca tener los ojos defectuosos, me ofrece un mundo lleno de morfologías
vagas, de personas anónimas provocada por esa falta de definición. Es, por
tanto, una realidad que brinda más posibilidades para la imaginación y
que se aleja mucho del adjetivo “borroso” que, de manera común, usamos los
miopes para definir nuestra condición y al que me he referido al iniciar este
artículo. Así, casi sin quererlo, les he dicho que algunos miopes, entre los
que me incluyo, cambiamos lo que vemos por lo que imaginamos y diría más, en
vez de usar gafas para corregir mi tergiversada percepción, procuro provocar
esa visión indefinida haciendo del “desenfoque selectivo” una manera de vivir.
No me aíslo de la realidad, pero la interpreto a mi conveniencia. Por todo esto,
a veces, se cree de manera popular que los miopes somos personas más
inteligentes que el resto de los mortales, de lo cual no tengo una base
científica, pero sí les confirmo que, como nos acostumbramos a fabricarnos
nuestro propio hábitat, algunos tendemos a aislarnos en él dado lo poco
atractivo y decepcionante del entorno real. Así, empezamos por no saludar a los
seres que nos cruzamos por la calle, no por altivez, sino porque al no
percibirlos vamos centrados en nuestra propia esfera y ello ha provocado que también
se use el término “miope”, de manera errónea en mi opinión, para referirse a
las personas cortas de entendederas cuando la verdad es que hay entendederas de
las que ni queremos participar. Vivir dentro de una acuarela nos permite dejar
de lado las certezas e ir por la vida sin saber dónde nos conducirá, lo cual en
estos tiempos de incertidumbre nos da cierta ventaja sobre el resto de ustedes.
Y sobre todo, nos permite escapar de la triste realidad.
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