Publicado en La Galerna el 15 de julio de 2020.
Tengan ustedes buen día. Por esta vez en La Galerna
no se han dirigido a mí para que les escriba un texto sobre tal o cual
cuestión, sino que han recurrido a mí por mi profesión. En La Galerna han decidido
que el Real Madrid necesitaba un abogado defensor ante los ataques, infundados
a nuestro parecer, que por parte de diferentes medios de comunicación y
particulares concretos está padeciendo nuestro club con la única finalidad de
desacreditar la conquista de nuestro trigésimo cuarto título de liga.
La
lista de los denunciantes, por conocida y prolija, no la enunciaremos aquí,
dado que si no esta defensa sería demasiado larga y perdería la efectividad que
entendemos ha de tener. Tampoco vamos a entrar en datos comparativos, sobre
todo porque nuestra salvaguardia de los intereses del Real Madrid no puede
basarse en ese tan de moda “y tú más”, como queriendo eludir nuestra culpa
alegando que, en tiempos pasados y no tan pasados, se creó de una manera institucional
y mediática una red de ayudas arbitrales hacia aquellos que, a día de hoy,
están poniendo el grito en el cielo por hechos carentes de veracidad y contra
nuestro equipo.
Para darle
mayor notoriedad a nuestros argumentos, recurriremos a la figura de Atticus
Finch, el abogado de “Matar a un ruiseñor”, novela de la escritora Harper Lee y
papel interpretado en la película de Robert Mulligan por el actor Gregory Peck.
En el caso que nos ocupa, como en el relato de Lee, nuestra defensa también viene
marcada por acusaciones infundadas, aquí acerca del uso que del VAR se está
haciendo. El VAR, ese elemento tecnológico que cuando apareció, los mismos que
acusan al Real Madrid de beneficiarse de él, anunciaban el final de nuestros
éxitos deportivos dado que con él llegaría la imparcialidad real y la
ecuanimidad a la competición. Con el VAR habría, por fin, verdadera justicia
deportiva. Pues desde la vuelta a la competición tras la crisis sanitaria del
coronavirus, el VAR se ha convertido, para los acusadores, en el jugador número
12 del Real Madrid. Antes del parón, cuando el Fútbol Club Barcelona era líder
con dos puntos de ventaja sobre nuestro equipo, el VAR era criticado de una
manera objetiva dado lo errático de su protocolo de aplicación. Y esta crítica
se extendía, y se extiende, tanto en Alemania como en Francia, Inglaterra e
Italia, donde las críticas al sistema son unánimes. También en aquellos países
se bendijo el VAR en sus comienzos para pasar ahora a considerarlo un “desastre
total”.
¿Que el
VAR ha cambiado el fútbol? Es obvio. ¿Que las decisiones trascendentes ahora se
toman desde una sala y no desde el campo? También. ¿Que habría que cambiar las
siglas porque el término “assistant” no es tal y los miembros del VAR se han
convertido en los árbitros reales, que no asistentes, de la competición? Pues
pudiera ser.
Ahora
bien, de ahí a afirmar que el VAR es la herramienta que engrasa las victorias
del Real Madrid, pues miren, no. Para empezar (recurran a las estadísticas) si
se anularan todas las decisiones del VAR, el Real Madrid sería el líder de la
competición con cuatro puntos sobre el segundo. Y si ven las imágenes en las
que este ha intervenido, en ningún momento ha beneficiado a nuestro equipo,
sino que ha supuesto la aplicación efectiva de la norma en cuestión, así, allí
donde era penalti el penalti se ratificó y donde era fuera de juego o no debió
serlo, el VAR fue ecuánime en su aplicación. Pero claro, ahora se trata de
fulminar al VAR porque está siendo justo, o quizá equitativo, entendiendo la
equidad como dar a cada uno lo que le corresponde. Cierto es que, si acabamos
ganando la liga, al igual que en “Matar a un ruiseñor” este abogado que hoy les
escribe, aun habiendo demostrado la falsedad de las inculpaciones que se
vierten sobre su cliente, no logrará un veredicto absolutorio por parte de esos
acusadores, que pedirán que el título se declare desierto ante el amaño
evidente de la competición. Pero, amigos, por suerte los denunciantes,
conocidos ya por su trayectoria difamatoria, sólo pueden vocear desde su páramo
de infelicidad que no es otro que el de no ser del Real Madrid. Y no tengo nada
más que añadir, Señoría.
Puedes seguirme en twitter en
@cuadrablanco. No es obligatorio.
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