Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 2 de septiembre de 2016.
Piensen.
En esta sociedad en la que nos ha tocado vivir y que tiene como faro el aspecto
que damos a los demás de nosotros mismos, aspecto acrecentado de lo que somos
en realidad, faro cuyo máximo exponente es lo que se ha venido a llamar “postureo”,
y que no es otra cosa que una expresión de formas de
comportamiento y de pose, más por imagen o por las apariencias que por una verdadera motivación, en
esta sociedad de la que les hablo, ¿hasta qué punto lo que proyectamos o
imaginamos sobre nosotros, es más de lo que somos o nos sucede realmente? Nuestra
esencia es eso que hacemos y que no le contamos a nadie, pero de ahí a lo que
contamos o mostramos en las redes, va un abismo o suele haberlo. Hace unos años,
y no tantos, en la radio y en la televisión la publicidad que se nos exhibía
era de mercancías, de productos, de cosas sobre las que se nos exaltaban
determinadas virtudes para incentivarnos a su consumo. Pues ahora, gracias a
las redes sociales, muchas personas no saben diferenciar el “yo-ser humano” del
“yo-producto”, y se muestran una, otra y otra vez realizando las actividades
más cotidianas que se puedan imaginar (haciendo la compra, comiendo, bañándose
en lagos, ríos o mares, probándose ropa, haciendo deporte…) publicitando una
existencia o modo de vida que, por mera imagen o apariencia, por postureo, es
lo que quieren proyectar al mundo que nos rodea. Para que los que no estén inmersos
en este ambiente vean hasta dónde hemos llegado, hace poco se puso de moda una
cosa llamada “aftersexselfie”, y que consistía en hacerse una autofoto tras haber
hecho el coito, y si con el otro con el que habías fornicado estaba de buen
ver, pues se le incorporaba también a la foto, que se vea que aparte de darle
alegría al cuerpo lo hago con un sujeto atractivo. Que estoy de acuerdo con que
un poco de ficción hay que inyectarle a la vida, pero coño, de ahí a convertirse
en meras mercancías o productos hay un paso. Sobre todo, porque siempre vendrá
detrás un producto de mejor calidad, y con mejores acabados que convertirá el
tuyo en algo obsoleto. ¿Se acuerdan del LaserDisc? Pues yo de la mayoría de
ustedes, tampoco.
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