Olvidos

Publicado en El día de Zamora el 8 de junio de 2012.

El otro día, bebí agua del grifo y se me olvidó quién era. No es que fuera una amnesia convencional de esas que te hacen perder la memoria y todo es borrón y cuenta nueva, no. Yo recordaba a qué me dedicaba, recordaba mi familia, mis amigos y hasta que tenía que escribirles a ustedes esta columna. Lo que había perdido eran los recuerdos de por qué tenía la profesión que tengo, de por qué esa empatía hacia unas personas y no hacia otras, de por qué me gustaba ese grupo musical, esa chica, esos libros, ese equipo de fútbol. Así que ahí estaba yo, viviendo una vida que sí recordaba que era mía pero sin saber cómo había llegado a ella. Intenté revertir el efecto volviendo a beber agua del grifo, pero solo conseguí un cólico nefrítico por la cosa de la cal, así que, como no había modo de recuperar nada de lo olvidado, decidí adaptarme a ese viejo pero nuevo hábitat fingiendo que disfrutaba de todas las cosas y personas que se suponía que me gustaban. Pero en secreto, iba aprendiendo nuevas aficiones, nuevos placeres, me comunicaba con personas diferentes, tejía nuevos vínculos entre estos gustos recién estrenados y su causa, y me apartaba más de todo lo anterior. Ya ven, nunca es tarde para dejar atrás todo aquello que ya no recuerdan por qué lo hacen o por qué lo viven, pueden buscar cualquier excusa. Incluso la de beber agua del grifo.

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