E(a)fectos emocionales

Publicado en El día de Zamora el 25 de noviembre de 2011.

Hace unos días me encontré con una amiga a la que le han amputado un brazo. Bueno, en realidad no le han amputado nada, pero ella tiene esa sensación. Cuando un médico se ve en la obligación de seccionar un miembro de un paciente es para que el resto del cuerpo no se vea invadido por la infección o por la lesión de la parte a amputar, conservando así el enfermo la vida pese a que a partir de ese momento llevará la existencia de un mutilado.
A ese paciente, cuando se recupera de la operación, le suele esperar un proceso rehabilitador para el cual se ve ayudado de diferentes prótesis con las que tendrá que convivir el resto de su vida, pero que nunca serán iguales al miembro que perdió.
Y es ahí donde empiezan los verdaderos problemas. Uno se ha acostumbrado ya a sus extremidades y de repente se ve en la necesidad de encontrar otras que sustituyan a las anteriores, sin saber si ese es el momento adecuado, o si debe esperar un poco más, o si la prótesis elegida es la adecuada, o si debe tenerla a prueba un tiempo antes de adoptarla como definitiva a tiempo parcial. Si ustedes se fijan, verán personas cuyas prótesis, pese a ser nuevas, no han reemplazado a los miembros ausentes. Sí con carácter funcional, pero serán siempre mutilados emocionales. 
Y es lo que hay.

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