Publicado en La Galerna el 26 de febrero de 2020.
De la palabra
“zarandaja”, dice la R.A.E. en su tercera acepción que es “cosa menuda, sin valor, o de importancia muy secundaria”. Hay un
mantra que se repite entre los medios de comunicación y personal de a pie que
consiste en decir que el Madrid no puede quejarse de los árbitros, que en
general los equipos grandes no deben quejarse de los árbitros. Dada mi
profesión, entiendo que todo el mundo tiene el derecho a la queja cuando cree
que ha sido perjudicado en una decisión que atañe a sus intereses, por lo que
ya seas un club grande o pequeño, o una persona con o sin recursos económicos,
el derecho a la queja lo tienes e incluso tienes el deber de ejercerlo. Así,
Ramos protestó por el nefando arbitraje padecido el sábado noche y las hordas
piden que sea sancionado casualmente cuando el siguiente partido de liga es
contra el Barça. Vamos, que ha venido a decir más o menos lo mismo que Busquets
tras jugar contra la Real Sociedad y antes de enfrentarse al Madrid, pero
aquello quedó en nada en lo referente a lo disciplinario, porque en lo relativo
al toque de atención hacia los árbitros recuerden ya ustedes mismos lo que
sucedió en el Camp Nou. Es lunes cuando les estoy escribiendo esto, y todavía no
se sabe qué pasará con Ramos pero queda dicho “p’a porsi”. Y toda esta
introducción es a lo que, pese a que haya inflado el ánimo de algunos a la vez
que soliviantado, podríamos llamar zarandaja. Las zarandajas están muy bien
para los lunes, pero hoy es miércoles y a las 21:00 hay en el Bernabéu un reencuentro
con nuestro amor de toda la vida. Vuelve a casa la Copa de Europa (que sí, que
ahora se llama UEFA Champions League, pero me da igual), sonarán los acordes de
“Zadok, the Priest”
de Händel y hemos de prepararnos para recibirla a la altura del
sentimiento que ambos nos profesamos. Me da igual que Hazard se haya lesionado
para lo que queda de temporada, que no le hagamos un gol a nadie o que hayamos
perdido cinco puntos en dos jornadas de liga, porque lo de esta noche es mucho
más relevante que todo eso. También nos debe dar igual que el rival sea uno que
no tiene solera en lo que a la Copa de Europa se refiere (ganó la extinta
Recopa de Europa en 1970), incluso carece de importancia el cabecilla que lo
comanda. Con esto, aunque parezca lo contrario, no quiero hacer de menos ni al
rival ni a su cacique; lo que quiero es que pongamos el foco en el Real Madrid.
Sí, esos tipos de blanco que llevan en el pecho un escudo que parece un
despertador antiguo, a los que hay que recibir con una “bussiana” (dícese de
esas convocatorias alrededor del autobús del Real Madrid con intención de
cargar este cual paso de semana santa desde la Plaza de los Sagrados Corazones
hasta el Santiago Bernabéu, mientras se vociferen proclamas para motivación de
sus ocupantes) y animar durante todo el partido para hacer que el rival y el que los
dirige odien el futbol más de lo que yo odio el cilantro. Y como no todo puede
quedar sólo en nosotros, exigir (no pedir) un comportamiento idéntico a los
tipos que se pongan la camiseta blanca con el viejo despertador en el pecho esta noche. Hoy no
voy a hacer ninguna referencia cinematográfica ni literaria, porque la historia
del Real Madrid tiene más épica y victorias que cualquier película o novela, y
más emoción que todas estas juntas. No es necesario remontarse muy atrás en los
tiempos por muy orgullosos que estemos de ellos; hoy salgan a la calle, ejerzan
de madridistas, lleven en volandas el autobús hasta el campo y marquen el
primer gol con su aliento, que falta nos va a hacer. Hoy no es día de enredarse
en el árbitro, la alineación o el sistema táctico, ni siquiera en el sujeto que
comanda al rival. Hoy no es día de zarandajas. Hoy es el día de que ustedes
escriban el primer capítulo de su propia historia y yo cuento con ello. Todos
contamos hoy. Hala Madrid.
Puedes seguirme en twitter en @cuadrablanco. No es
obligatorio.
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