Publicado en El Día de Zamora el 6 de febrero de 2015.
La otra mañana, aprovechando estos
días soleados aunque semi frescos de este moderno invierno zamorano, salí, una
vez más, a dar un paseo por nuestro bosque/parque de Valorio, cosa que deberían
hacer ustedes dados los sucesos insólitos que allí suelen acaecer. Y, como no
podía ser de otro modo, al cabo de un rato de andanza el hecho aconteció. Un
lobo. En medio de Valorio. El lobo me miró y yo lo miré a él, salió de entre unos
setos, se puso a mi lado, así sin gruñir ni nada, y empezó a acompasar su paso
a mi aterrorizado paso. Caminados unos metros y visto que el lobo no me atacaba
ni yo a él, debimos coger un poco de confianza, porque a mí el miedo se me fue pasando
y el lobo se arrancó a hablarme. Sí amigos, a hablarme. El lobo, tras
presentarse de manera muy cortés, me vino a decir que ya estaba harto de que lo
utilizaran como metáfora de que algo malo estaba por venir, que se le usara
para inculcarle a los humanos la práctica de la virtud, y a evitarnos, ya de
paso, males mayores. Y, añadió, en la actualidad, se ha convertido a un tipo
enjuto, con barba rala y coleta en el nuevo lobo, y a los incautos ciudadanos
en las ovejas que este lobo, junto con su aviesa manada, se apresta a devorar. Ya
ven, este pastor que nos advierte de la llegada del lobo quiere ahora que el
pueblo, alertado al oírle gritar desesperado, corra a brindarle auxilio en
forma de voto permitiéndole seguir pastoreando al rebaño. Pero, ¿será verdad
que viene el lobo o el pastor lo que pretende es burlarse de nosotros? ¡Ay! Eso
ya se lo dejo a su buen criterio, valoren ustedes la labor del pastor hasta el
día de hoy, valoren cómo les ha cuidado y protegido en estos tiempos de tormenta,
y recuerden la moraleja de la fábula: "En
boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso". En cuanto a mí, tomé nota
de los pesares que me transmitió el lobo, me tomé un café con él, nos
despedimos, y de tales notas ha surgido el artículo de hoy. Cuídense de los
pastores, y más cuando estos tenían a las fieras, no diremos lobos ya, dentro
de sus rebaños. Y no supieron apartarlos a tiempo.
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