Empatía.



          Publicado en El Día de Zamora el 18 de febrero de 2015.

        La empatía, para los no iniciados, es la capacidad para ponerse en el lugar del otro y saber lo que siente, o incluso lo que puede estar pensando. Toma ya. Resulta que hay un término sociológico que describe el sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra. A veces la sociedad me desconcierta. Bueno, a veces no, en mi caso suele ser lo más normal. Pero una vez conocida la existencia de esta capacidad, decidí comenzar a ponerla en práctica. Y miren, como bastantes miserias tiene uno en su vida, yo decidí ponerme en el lugar de aquellos afortunados que pudieron tener para su uso y disfrute las míticas "tarjetas black" de Caja Madrid. El experimento sociológico resultó ser un fracaso, no solo por mi nula capacidad de saber ponerme en el lugar de otro, sino porque me resultó imposible llegar a percibir lo que pudieron sentir Rodrigo Rato, Miguel Blesa y demás acólitos teniendo en su poder un instrumento con el cual poder proceder a gastar y gastar hasta el infinito y más allá. Supongan ustedes que disponen de una de esas tarjetas. Empezarían por lo básico, vamos, quitarse de en medio la hipoteca de su casa, pagar el alquiler, liquidar diferentes préstamos, pero claro, el consejo de administración de Caja Madrid no tenía semejantes cargas, luego, liberados de ellas ya a priori, sigan imaginando. Y sí, vamos a hacer alardes. Me voy al fútbol. Pero no a ver a nuestro Zamora al Ruta de la Plata, no. Me voy a Madrid, al Santiago Bernabéu, a un palco privado o similar, y como el partido es el domingo, me voy el viernes para no andar con prisas. Y ya puestos, me doy una vuelta por esas tiendas de la Calle Serrano, tan monas ellas, y como en ese restaurante tan cuco con tantas estrellas Michelin que parece la Vía Láctea de la gastronomía. Y después de la ingesta, unos deleites etílicos en esos modernos gin-club donde abundan señoritas de buen ver y prohibitivo tocar, pero como tengo una tarjeta black... Ven, al final hemos sido capaces de ponernos en su lugar, y aunque no hayamos sentido lo mismo que ellos, puede que nos quede el pequeño deseo de llegar a saber qué se siente con una cosa de esas en nuestro poder. Los siete pecados capitales en forma de tarjeta. ¡Qué gozada!


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