Puedo ver tus curvas marcadas a través del plástico, aunque en realidad sólo
sea un impacto tuyo sobre una superficie maleable que intentas atravesar. Tu figura
queda impresa sobre el vinilo de colores, tu piel no es tu piel. Pero eres tú.
Lo que les acabo de describir puede ser, más o menos, la primera impresión
que saquen ustedes al ver la obra del fotógrafo francés Julien Palast. Su trabajo
consiste en una serie de fotografías a la que llamó “Skin Deep”, tomadas utilizando un
material termoretráctil sobre el cuerpo de los modelos, consiguiendo así “esculturas”
que resaltan las siluetas de las formas humanas, de hombres y mujeres en apariencia
plastificados, en las que trata de plasmar la profundidad del cuerpo desnudo, reducido
a la mera categoría de piel al impactar contra el plástico de colores vivos. El artista
llama a sus fotografías “instantáneas bajorrelieves que recuerdan la imaginería
clásica”. Dicho así, parecería que la obra de Palast no alcanza a captar las expresiones
faciales o los detalles de los cuerpos atrapados en el plástico, pero todo lo contrario, se
pueden apreciar gestos desencajados, de desesperación, seres multicolores
prisioneros en una celda cuyos barrotes se pegan a la piel, les permiten moverse con
una aparente ilusión de libertad, pero al fin y al cabo resultan imposibles de atravesar.
Ojos sin párpados, bocas abiertas, a las que en algún caso llegan a intuírseles los
dientes, como buscando una última bocanada de aire, manos que pretenden desgarrar
esa cortina que les impide alcanzar el mundo. Son todos como fetos refugiados en su
placenta, aunque lejos de la seguridad que esta les presta a aquellos, nuestros seres
son conscientes de su prisión y sólo buscan escapar. Pero junto a esa sensación de
angustia, Palast consigue un segundo efecto, erótico, sugerente, al jugar con los
volúmenes, con los contornos corporales impresos sobre la textura plástica. Esta
nueva impresión se logra con el viejo truco de ocultarnos las formas humanas como
tales, lo que provoca hacernos más conscientes de ellas, creando la expectativa de qué
habrá detrás de esos colores chillones y tropicales. En definitiva, Julien Palast logra la
exaltación de la belleza del cuerpo humano a través de lo sintético, nos oculta lo
orgánico para mostrarnos lo artificial de nosotros mismos.
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