Publicado en El adelanto de Salamanca el 3 de febrero.
Se cumplen esta semana dos siglos de la publicación de Orgullo y prejuicio, sin duda la novela más famosa de la escritora inglesa Jane Austen. Decía la autora que la sabiduría es mejor que el ingenio y, que a la larga, sin duda, tendrá la risa de su lado. Y qué iba a saber ella, una burguesa agraria del sur de Inglaterra, séptima hija de un pastor anglicano. Qué iba a saber ella, que vivía en una sociedad en la que los únicos talentos relevantes que se le reconocían a la mujer eran los de las diferentes habilidades que poseyera para buscar un futuro marido y atraer la atención de éste. La vida de las mujeres de la época terminaba justo en la puerta de sus casas, por muy inteligentes o ilustradas que fueran. Austen escribió Orgullo y prejuicio a los veinte años, edad en la que todavía compartía habitación con su hermana, a la que confiaba todo aquello que iba plasmando en sus diferentes cuadernos. Y pese a ese ambiente social, pese a su juventud, Austen nos cuenta en su literatura cómo las mujeres de su mundo enfrentaban los problemas sin casi hacerse notar, con una inteligencia que debía permanecer oculta, pero a la que debían recurrir para lidiar con la sociedad de su tiempo. Así, nos muestra a Elizabeth Bennet, protagonista de la novela de la que les hablo, una mujer audaz dentro de una dinastía de locos, los Bennet, donde su madre queda viuda y el único destino para nuestra heroína y sus cuatro hermanas es el de casarse para que la familia no pierda la mayor parte de su patrimonio. Y cómo no, aparece en escena el soltero que la madre quiere para sus hijas, para cualquiera de ellas, el salvador, el hombre. Este soltero, adinerado cómo no, y llamado Charles Bingley, cuenta también con una cohorte de amistades que componen su círculo social y que van a alterar la monótona vida del pueblo de nuestras protagonistas. Austen nos transmite una imagen perfecta de esa burguesía, la cual vive de las apariencias pero se mueve por debajo gracias a los engranajes del orgullo y los prejuicios. Y como argumento central, el matrimonio, el elegir bien o mal como la decisión más trascendental para una mujer, mujeres que, pese a las apariencias, logran hacerse con las riendas de su destino, valiéndose de la misma arma que Jane Austen: su inteligencia.
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