Parece que sí, pero no. Vamos, que si la primera impresión que sacaron ustedes al leer el título de mi sección semanal es que voy a escribirles sobre la magna obra de Nacho Vidal o de algún otro compañero de su profesión, ya pueden pasar la página porque esta vez no es el caso. “30 centímetros (...o menos)”, es el título del libro de Guillem Medina y “Nancyclopedia” el de Esperanza Ramos y José Luis Vera, ambas publicaciones dedicadas a los juguetes de la infancia de los nacidos en los años 70. Lo vintage está de moda y al parecer, en este campo, más. Medina recuerda a los Madelman, los Geyperman, los Big Jim, los Airgamboys, y una larga lista de muñecos de acción. Los Madelman, pioneros entre todos, tenían innumerables personalidades, vehículos, complementos, y, para la época en cuestión, una calidad asombrosa que ha sobrevivido al paso de los años. Los Madelman, cuya principal característica es que no tenían pies y su calzado se clavaba en un muñón de plástico, dieron paso a los Geyperman, más grandes y más robustos; los había negros, con barba y pelo de “verdad” e incluso también tenían pies reales. El libro está repleto de ilustraciones e información sobre todos estos juguetes. El de Ramos y Vera nos trae a la mítica Nancy, muñeca de plástico, asexuada y un poco regordeta, nada que ver con la Barbie. La Nancy es infantil, pero como buena señorita tiene muebles propios y ropa para todo tipo de eventos y profesiones. Las hay rubias, morenas y pelirrojas, también negras, existe un modelo inspirado en Marisol e incluso una con el vestido que llevaba en su coronación la reina Doña Sofía. Podrán reprocharme ustedes que, en ambos casos, son juguetes sexistas que pretenden afianzar roles arcaicos entre niños y niñas, pero ni desde mi inocente perspectiva infantil ni desde la ya maleada de adulto lo concibo de tal modo. Tanto las nancys como los madelmanes y sus derivados posteriores son juguetes legendarios para mi generación, echamos horas y horas en su compañía en salones recubiertos de papel pintado y gotelé, cuando solo había dos canales en la televisión y algunas películas tenían dos rombos. Me gusta recordar esos momentos, y puede que los mitifique un poco, pero en eso suele consistir rememorar la infancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario