El otro día, según salía de mi casa para dirigirme al embalse a darme el pertinente chapuzón agostil, me encontré al mes de septiembre sentado en las escaleras del portal de mi casa. Lo reconocí porque, mientras que mi atuendo era de sandalias, bermudas y camiseta, él estaba ya con zapato cerrado, pantalón largo, camisa y una chaqueta fina. Le pregunté qué hacía tan pronto por aquí y me contestó que, visto lo visto, era mejor que agosto terminara cuanto antes y que las cosas volvieran a la normalidad. ¿A qué normalidad? Pues a la normalidad de septiembre, a la de la gente que no tiene que volver al trabajo porque no lo tiene, a la de no perder el moreno del verano porque este año no hemos podido salir de vacaciones, a la de lo innecesario de forrar los libros del colegio de los niños porque nos los ha dado un vecino que tiene un hijo en un curso superior y están casi nuevos, a la de no comprar los uniformes escolares porque el año pasado ya los adquirimos holgados para que su uso fuera, como mínimo, bianual; a esa normalidad. A estas alturas yo ya estaba sentado al lado de septiembre en el escalón en el que me lo había encontrado, y siéndoles sincero, bastante compungido. Pero eso no es la normalidad, le contradije con sutileza para no irritarlo. Cómo que no, me rebatió. Mira a tu alrededor y me dirás. De hecho, a partir de ahora ya todos los meses serán septiembre, igual que todos los días de la semana serán lunes, todos tan normales que os será imposible diferenciarlos. Y para evitar la sospecha de que por el cambio del tiempo los meses transcurren, el clima será siempre normal, ni frío ni calor, una cosa monótona que mantenga los ciclos vitales estables, váyanse olvidando de eso de que la primavera la sangre altera. Ustedes han tenido la sangre alterada por encima de sus posibilidades y miren lo que ha pasado. Y con estas, agarró por los tirantes de la camiseta a agosto, que pasaba por ahí como quien no quiere la cosa, y lo despachó con dos guantazos que ríanse ustedes de Chuck Norris en sus mejores tiempos. Y todo ello con una gran normalidad.
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